sábado, 31 de agosto de 2024

Calladita estás más guapa


🌜Mi valoración: 4,5 sobre 5🌛

📖 347 páginas 📖

Sinopsis:

Desde 2012, Carme Chaparro viene desarrollando una gran actividad en distintos medios escritos, como Yo Dona, GQ o VozPópuli, y en redes sociales, publicando casi a diario artículos y reflexiones en los que queda patente su opinión aguda, certera, sin medias tintas, sobre los asuntos de la actualidad que la interpelan y que nos afectan a todos, y especialmente a todas, en su denodada defensa de la igualdad. Y lo hace con mano maestra y un espíritu fresco, crítico, que pone el foco en hábitos, costumbres y manías de nuestra sociedad, pero también en nuestra voluntad de realizarnos, solidarias y sin imposturas.

Carme Chaparro también reflexiona sobre cómo hacer frente a las servidumbres de la vida moderna de las que tanto nos cuesta desentendernos: la dictadura de la imagen y la contabilización de calorías y de horas en el gimnasio, el sometimiento a las redes todos los días y a todas horas, el machismo que no acaba de cejar, los retos del amor y de la sexualidad en tiempos de Tinder…

Su prosa reivindicativa, que despliega tanta calidez y empatía como un fuerte contenido social, profundiza en las contradicciones y las aristas del mundo en el que nos ha tocado vivir.

Me ha gustado mucho este libro. Es una recopilación de columnas que supongo publicó la autora en distintos periódicos o revistas, y si no le doy las cinco estrellas es por eso (hay cosas que se repiten que al leerlas seguidas chirrían un poco, pero claro, se entiende que eso se publicó a lo mejor en meses distintos y entonces tenía sentido que fuese así). Todas ellas van de distintos temas relacionados con el feminismo. Me gusta la forma en la que expone los hechos y que se apoye en estudios siempre que puede. También me parece interesante y muy necesario que incluya a los hombres en la lucha feminista en muchas de sus columnas, y que aunque trate el tema del feminismo tampoco se quite de criticar a las mujeres cuando es necesario hacerlo o de señalar los cambios que nosotras mismas debemos llevar a cabo.

¿Qué iban a hacer los egipcios —los hombres egipcios— si, de repente, las mujeres veían que podían tomar las riendas de su vida, mandar y llegar a mandar tanto que incluso podrían ser faraonas? Así que, tras su muerte, la faraona Hatshepsut dejó de existir. Porque no se puede imitar lo que no se ve. Y si las mujeres no tenían su ejemplo, no desearían ser como ella.

Algunas cosas me han sorprendido, como el experimento de John y Jennifer, las consecuencias del intercambio de las firmas de los correos de Nicole y Martin (lo dejo al final) o las declaraciones de los médicos y urólogos respecto de cómo afectaba a la medicina que hubiera muchas mujeres doctoras (entre otras cosas que vamos... da para un libro, nunca mejor dicho xD).

"¿No podrían darle el alta a mi señora? —pregunta—. Lleva ingresada dos semanas y ya tiene la casa fatal"

Me ha sorprendido porque he leído dos libros de la autora y este me ha gustado mucho más ("No soy un monstruo" me gustó pero sin más, y "Delito" me gustó más pero no llegó a colocarla entre mis autoras favoritas). Me gusta más cómo expone este tipo de escritos que las novelas policiacas, al menos, de momento.

Dejo por aquí lo de Nicole y Martin:

"Dos amigos estadounidenses han hecho un experimento para comprobarlo. Trabajan desde casa, así que, aprovechando que el cliente no sabe con quién se está escribiendo correos electrónicos, se intercambiaron los nombres. Él escribía desde el correo de Nicole. Ella firmaba como Martin. "Fue horrible", ha contado él en Twitter. Desde que empezó a firmar como mujer su trabajo se convirtió en un infierno. "Todas mis sugerencias, o mis preguntas, fueron puestas en duda. Incluso los clientes con los que siempre había trabajado bien como hombres empezaron a ser condescendientes conmigo, cuando las ideas que yo aportaba eran las mismas. Uno incluso me preguntó si estaba soltera. Nicole, sin embargo, firmando como hombre, tuvo la semana más productiva de su carrera, porque no tenía que perder tiempo convenciendo a los clientes de que la respetaran. Así que me di cuenta de que yo no era mejor en mi trabajo que ella, simplemente tenía una ventaja invisible". Una ventaja llamada ser hombre. O una desventaja llamada ser mujer.

No hay comentarios: