Mi valoración: 3 sobre 5 estrellas
Todo empieza y todo termina con esta fiesta: la que protagonizan cuatro jóvenes a las que los demás miran como si viajaran «solas» aunque ellas sepan que no pueden estar mejor acompañadas. Nadia, Jero, María y Paula tienen 18 años y se encuentran de viaje en la costa de Nápoles. Están a punto de cruzar el umbral de la vida adulta y esas vacaciones improvisadas prometían convertirse en las que iban a definir el resto de sus vidas. Entre la euforia de la adolescencia, los paisajes idílicos de Sorrento, las conversaciones sobre sexo y religión y una música ligera que les acompaña en los auriculares en todo momento, las cuatro deberán afrontar un episodio traumático que lo romperá sus expectativas en mil pedazos.
Me habría gustado darle más estrellas pero, sobre todo al principio, la
forma en que está escrito me dificultó entender la lectura y no me
gustó, casi lo abandono.
Generalmente no me importa que las historias
estén contadas con saltos temporales, pero en esta no sé si le veo
mucho sentido a algunos de ellos (por ejemplo, lo de cómo se conocieron
poco aporta, ¿no?).
Al final, aunque había una fiesta, la fiesta fue
lo de menos. La temática central del libro es interesante y me dio mucha
rabia, tampoco he llegado a entender si el narrador es una de ellas o
es externo.
Y me gusta que solo se insinúe lo que sucedió pero no sé diga realmente, aunque me quedo con algunas dudas.
***Spoilers desde aquí***
Me
gusta cómo se ve expresado el trauma y como María tiene toda esa oleada
de pensamientos inconexos en la fiesta. Es muy difícil expresar un
trauma, un shock, y creo que está bastante bien hecho. Porque muchas
veces es así, pensamientos que llevan a otros que llevan al momento del
trauma casi sin sentido y es como una espiral.
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