🌞 Mi valoración: 4,5 sobre 5 🌞
📖 192 páginas 📖
Sinopsis:
Dos chicas adolescentes viven al límite en la Valencia de los últimos años ochenta, justo antes de que la música mákina y las drogas sintéticas arrasen con todo
¿Qué sucede cuando la madre de la que fue tu mejor amiga reaparece al cabo de veinticinco años para preguntarte qué llevaba su hija en un bolsillo de la chaqueta el día que la atropelló un tren? Es lo que le ocurre a la narradora de esta profunda y trepidante historia. Y a partir de ese enigmático y doloroso primer email, empieza a hurgar en la memoria para recuperar a la adolescente que fue, a la pareja de amigas que formaba junto a Carla, dos jóvenes intrépidas que querían vivir muy rápido. Recuerda entonces el liceo en el que estudiaban, y sus incursiones en los billares y las discotecas de una Valencia de finales de los años ochenta. Una época en que la música todavía importaba, y los paisajes sonoros eran el más potente conductor de emociones, el último hábitat de la adolescencia. Al hilo de la conversación con la madre de su amiga, la narradora reconstruye su propia memoria hasta llegar a la ruta del bakalao, donde la muerte de la melodía coincide con la de la propia inocencia.
Me gusta la manera en que está escrito este libro y me ha sorprendido porque no me lo esperaba así. Me esperaba una historia más "al uso". Pensaba que la historia sería que a la chica la asesinan y años después esta le escribe a su amiga, que nos va a contar lo que tenía la otra en el bolsillo, y nos va a descubrir la historia real o a darnos pistas para montarla nosotros. Pero resulta que no sabemos si la asesinaron, entiendo que no porque ya he pasado por una parte en la que la amiga "le dice" a la madre que no sabe si le quiere preguntar si fue un suicidio. Y la amiga también le dice que no sabe lo que llevaba en el bolsillo, que no se acuerda, y sigue contando otras cosas.
Me he quedado un poco sorprendida con lo de quien le escribe y por qué, luego en el spoiler lo comento. En general, me ha gustado mucho (ya veis que me lo he leído en dos días). Me ha parecido crudo sin pasarse: no omite vivencias duras pero tampoco se recrea en ellas.No sé si me estoy explicando: supongo que él quiere pensar que su hija llevaba el pasador de pelo por casualidad y no como una señal de "he hecho esto por lo que hiciste tú, porque ya no puedo más".
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