Sinopsis:
El descontento es la historia de Marisa, una mujer en la treintena que vive anestesiada mediante orfidales y vídeos de Youtube para soportar las rutinas y pesares de su día a día en una agencia de publicidad. Tan solo acude presencialmente a la oficina para ahorrar dinero en aire acondicionado durante el sofocante agosto madrileño. Marisa odia el trabajo. Sin embargo, no puede dejarlo: le gustan demasiado las cosas bonitas.
La semana previa a un team building organizado por su empresa, la ansiedad de Marisa se dispara; compartir un fin de semana entero con sus compañeros le resulta insoportable y el recuerdo enterrado de una tragedia ocurrida tiempo atrás vuelve para atormentarla. A medida que pasan los días, su máscara social, tan cuidada y pulida a lo largo de los años, se irá resquebrajando hasta hacerlo volar todo por los aires.
Me ha gustado mucho este libro, pero me ha fastidiado que contuviera claros laísmos y algunas erratas. Parece que le falta una última revisión y por eso no lo puedo puntuar con la nota máxima. Quitando eso, el contenido me ha encantado. Me he sentido bastante en sintonía con la protagonista del libro y con sus pensamientos, prueba de ello es que he subrayado muchísimas frases.
"Jugar a las oficinas es fácil si sabes cómo. El trabajo es solamente un papel que hay que interpretar."
"Un minuto de silencio en mitad de un fin de semana recreativo es lo que vale nuestra vida laboral."
Me he reído con las ocurrencias de Marisa y con su forma de contar las cosas, aunque la mayoría de las veces podría ser un "me río por no llorar" por la similitud entre el libro y la realidad.
Es cierto que ella está en un extremo de agotamiento mental al que la mayoría de nosotros no hemos llegado, y me da la sensación de que vive en un cinismo perpetuo que empeora su situación, pero que es inevitable debido a la vida que tiene que llevar y de la que está harta."Hace poco descubrí que si tenías un accidente de camino al trabajo se consideraba un accidente laboral in itinere, por lo que tu sueldo no se reduce durante el tiempo de baja, y desde entonces cruzo los semáforos de manera más despreocupada, a veces incluso de forma un tanto temeraria.""En los años que llevo trabajando, también he aprendido a dominar el arte de trabajar lo menos posible."
"En las oficinas sucede lo mismo que en las cacerías: cuanto más te muevas, menos posibilidad tendrás de que te disparen.""Le hablé del estrés que me provocaba ir a trabajar y él me recetó por primera vez ansiolíticos y me recomendó ir a terapia. Lo que ni el médico de cabecera ni mi posterior terapeuta llegaron nunca a entender es que el estrés no me lo causaba mi trabajo sino, tal y como le había dicho, el hecho de tener que ir a trabajar."
"En los cuatro años que llevo en esta oficina siempre dicen que este año la campaña de Navidad es más importante que nunca. Asiento con el ceño fruncido y digo en voz alta: «¿Puedes repetir, Mónica?», mientras con el bolígrafo dibujo un pene con los bracitos en jarra en mi libreta Moleskine.""Mi paladar siempre ha tenido un par de clases sociales más que mi bolsillo."
"Me desmoronaba cada mañana cuando sonaba el despertador porque la vida, vivida de este modo, me parecía una tragedia mal escrita, aburrida y estéril, sin gracia y, lo peor de todo, sin contenido, y sentía ganas de coger por los hombros a gente aleatoria de camino al trabajo para preguntarles por qué ellos no estaban igual que yo."
Una lectura muy recomendada, sin duda.
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