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Sinopsis:
Una mañana, el cadáver de un marinero es arrastrado por la marea hasta la orilla. Si no tuviese las manos atadas a la espalda, Justo Castelo sería otro de los hijos del mar que encontró su tumba entre las aguas mientras faenaba. Pero el océano nunca ha necesitado amarras para matar. Sin testigos ni rastro de le embarcación del fallecido, el lacónico inspector Leo Caldas se sumergirá en el ambiente marinero del pueblo, tratando de esclarecer el crimen entre hombres y mujeres que se resisten a desvelar sus sospechas y que, cuando se decidan a hablar, apuntarán en una dirección demasiado insólita. Un asunto inoportuno para Caldas, que atraviesa días difíciles: Alba ha vuelto a dar señales de vida, el único hermano de su padre está gravemente enfermo y su colaboración en el programa de radio se está volviendo insoportable.
El inspector Leo Caldas vuelva a la carga. Esta vez, el libro es más largo y el caso más enrevesado, por eso me ha gustado más. Aunque adiviné algunas cosas había muchos giros finales y la tensión se mantiene durante todo el libro, si bien es verdad que tarda un poco en entrar en materia, o esa sensación me dio, porque al principio todo da vueltas sobre lo mismo pero no se avanza mucho. La diversidad en la forma de ser de los personajes me ha gustado, y he soportado mucho mejor a Estévez que en el primer libro.
Una cosa en la que caigo ahora es: ¿qué pinta la radio en todo esto? Porque nos la podíamos haber saltado y la historia ser habría quedado igual, ¿no? Quizá tenga más importancia en el último libro.
El final no me lo esperaba. Muy intrigante y además empieza a vislumbrarse también algo de Alba. A ver si en el tercero me entero de qué pasa con ella.
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